Jugar a papás y mamás, descubrir la sexualidad desde la inocencia
- Equipo Superpadres.com
- 6 may 2015
- 2 Min. de lectura
Los estudios sobre la conducta sexual de los niños confirman que éstos se inician con sus amigos mucho antes de lo que se piensa y, con toda seguridad, mucho antes de ser instruidos por los padres. El conocido informe Kinsey, realizado en Estados Unidos en la década de los 50, afirmaba que los “juegos de excitación” son practicados por el 100% de los niños y el 20% de las niñas antes de la pubertad. En estos juegos, los niños se desnudan y manipulan tanto sus propios órganos como los de un amigo del mismo sexo o del sexo opuesto.

Suelen practicarse entre los 8 y los 13 años, pero es frecuente que se inicien en niños y niñas entre los 5 o 6 años. A esta edad no sólo descubren las prácticas sexuales; bien puede decirse que comienzan entonces una etapa de grandes descubrimientos: se interesan mucho más por el origen de los bebés, el embarazo y el nacimiento; se preguntan cómo sale el bebé de la madre y si eso es doloroso, y se preguntan cómo ha empezado a vivir el bebé; asimismo, cuando los niños de esta edad oyen conversaciones acerca de relaciones sexuales, se inquietan y preguntan generalmente a la madre.
¿Estos “juegos de excitación” son peligrosos para el niño?
Los niños psíquica y físicamente equilibrados no suelen experimentar ningún efecto pernicioso a causa de los juegos exploratorios propios de su edad; sin embargo, los padres deben vigilar ciertas situaciones, como, por ejemplo, en el caso de que haya una diferencia de edad relevante entre ambos niños –especialmente si son de sexo contrario– y, por lo tanto, también una diferencia notable en cuanto a desarrollo psicológico y conocimiento sexual. Por otra parte, entre los pequeños es frecuente que haya un contacto físico que, sin ser nocivo, tampoco es conveniente que se realice con frecuencia. Cuando no les sea tan fácil jugar a papás y mamás, se conformarán con tener “secretitos” entre amigos.
Recuerda…
Las actividades al aire libre con niños de la misma edad, sean del mismo sexo o de sexo contrario, favorecen una exploración mutua totalmente inofensiva.
No hay que vigilar en exceso de celo a los niños que se alejan juntos para buscar un espacio de intimidad, pero tampoco hay que dejar que esta situación se repita frecuentemente.
Sin duda, la privacidad es algo muy valioso para el desarrollo psicológico y sexual del niño. Por ello, debe respetarse a sus amigos y comprender que las confidencias que se hagan son importantes para ellos, aunque de ningún modo pueden suplir las explicaciones de los padres.
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