¿Por qué es bueno que su hijo sea preguntón?
- Andrea Forero / http://www.abcdelbebe.com/
- 29 abr 2015
- 7 Min. de lectura
Si su hijo es inmensamente curioso, quiere saber cómo funcionan las cosas, es observador, tiene afán de dibujar, escribir, expresar con símbolos u oralmente las cosas que percibe, puede estar desarrollando habilidades científicas, investigativas o matemáticas que hacen parte de la naturaleza humana y que los padres pueden potenciar.

El doctor en creatividad, excepcionalidad y cognición de la Facultad de Pedagogía de la Universidad Javeriana, Jaime Parra, dice que desde muy pequeños los niños están desarrollando todo tipo de habilidades, aunque en principio parezca que son solo corporales y motoras.
Parra asegura que cuando los niños tienen entre un año y año y medio ese desarrollo biológico y corporal lo complementan con una mayor complejidad del pensamiento, es decir, con representaciones mentales. “Ya tienen imágenes y las pueden guardar en la memoria y utilizarlas para pensar. Eso va muy amarrado al desarrollo del lenguaje”.
Luego llegan las palabras, que se suman a ese pensamiento rico en imágenes. Una mezcla que, según el experto, es la base para desarrollar varios tipos de pensamiento, entre ellos el científico, aunque no de forma madura y formalizada.
Pero el proceso no se detiene y a las imágenes y a las palabras se integra el movimiento. Los niños caminan y tienen un ritmo. Generalmente lo hacen paso a paso, uno, dos, y eso es la semilla de algo muy importante que vendrá luego: aprender los números y a contar. Con el paso del tiempo, todo este pensamiento se va organizando de una mejor manera. Hay lenguaje, imágenes y movimientos coordinados, que dan paso al juego, un elemento que permite experimentar.
Debido a que ahora los niños llegan más rápido al jardín, a los 2 o 3 años socializan, y con esta vivencia pueden coordinar sus experiencias con las de sus pares. El juego y el conocimiento El doctor Jaime Parra piensa que puede ser un error introducir de forma prematura a la educación del niño elementos como los números y las operaciones numéricas, porque se le limita la experimentación libre que los pequeños encuentran en su casa o en el parque. “En lugar de poner al niño a hacer tantas planas hay que darle libertad de experimentación, de jugar, conversar mucho con él y hacerle buenas preguntas”, dice el experto.
En el mismo sentido, el académico Carlos Vasco, quien fue asesor del Ministerio de Educación y premio Simón Bolívar ‘Orden Gran Maestro’, se declara abiertamente en contra de la escolarización del preescolar. A su juicio, “el currículo educativo antes de los 7 años debe tener cinco áreas: jugar, comer, ir al baño, dormir y jugar”, afirma.
El experto cree que cuando el niño juega está mostrando algunas actividades científicas. “Meter los carritos en una caja exige una planeación. Una estrategia para un juego infantil, aunque no es lo mismo sí tiene mucha analogía con lo que hacen los científicos. En vez de enseñarles matemáticas, es mejor que jueguen y cuenten quién va ganando y quién va perdiendo, porque así es como empiezan a ejercitar sus cerebros las matemáticas, no se aburren y aprenden más”, considera Vasco.
Liced Angélica Zea, experta en pedagogía infantil y en formación lógica científica en la infancia, aconseja a los padres no preocuparse tanto porque los niños tengan una gran cantidad de información. Generalmente se asume que cuanto más temprano el niño ingrese a la escuela, más inteligente va a ser; cuanto más cosas conozca, va a ser mejor, y que mayor cúmulo de información es bueno, pero las cosas no necesariamente son de esa manera.
“En matemáticas, los papás tienen un afán de que los niños se sepan los números, sumen y ojalá saquen logaritmos en preescolar, y esa no es la intencionalidad. Las instituciones educativas están más orientadas a responder a las necesidades de desarrollo de habilidades y de procesos cognitivos y no a procesar conocimientos ni acumular información”, agrega la docente.
María Cristina García Vesga, experta en ciencias sociales, niñez y juventud, asociada de la Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano (Cinde), asegura que la clave para apropiarse del conocimiento en la primera infancia es el juego, así él no va a tener temores, preocupaciones o resistencias a las matemáticas, porque cuando esta materia se vuelve seria, distanciada de la realidad, cuando los números no tienen que ver con los objetos, se genera automáticamente un cierto rechazo.
Para Zea, lo más aconsejable es que los padres, a pesar de lo difícil que sea, compartan tiempo con los niños y les presten atención a las cosas que les gustan. “Uno a veces se muere por comprar el juguete más sofisticado, pero mientras lo está armando los niños están felices jugando con la caja. Las cosas más elementales para los niños resultan en algún momento las más significativas. Para ellos es lo máximo salir al parque y ver, por ejemplo, el mundo maravilloso de los animales que hay debajo de una piedra. Untarse de tierra, tener la oportunidad de compartir con ellos un espacio, eso es más enriquecedor ”. Experimentar y reflexionar Desde el punto de vista de Liced Zea, los niños tienen gran cantidad de conocimientos por el solo hecho de estar en contacto con su entorno. Ellos tienen que desarrollar primero unos procesos cognitivos y para eso solo necesitan relacionarse e interactuar con el medio y con objetos que les permitan verificar experimentalmente lo que están pensando.
“Los niños tienen que trabajar con material concreto y realizar actividades manipulativas que les permitan hacer abstracciones de las cosas. Para ellos una simple tapa de olla puede ser una nave espacial, y en ese proceso relacionan toda la información que tienen con los objetos. Uno como adulto debe tratar de hacerlos reflexionar sobre esas acciones que ejecutan sobre los objetos, de lo contrario se queda solo en la acción”, dice la experta.
La profesora Zea asegura que en investigaciones recientes con matemáticas enniños de 0 a 3 años, lo que se ha visto es que básicamente trabajan con utensilios de cocina. Encajar una olla en otra, saber cómo se mete y cómo se saca es todo un acto de capacidad, volumen, aunque no de forma conceptual como la ve un adulto.
Cuenta la docente que en Colombia hay un grupo de investigación que lleva más de 20 años trabajando con creatividad, cognición y cultura en la Universidad del Valle, y ha logrado demostrar cómo el ser humano tiene la potencialidad de desarrollar cinco herramientas científicas naturales: clasificación, experimentación, planificación, diferencia y formulación de hipótesis, y tiene investigaciones donde evidencian cómo el bebé, desde los 2 o 3 meses, pone en juego, con su interacción, el desarrollo de estas.
La puesta en marcha de esas herramientas científicas se evidencia con sencillos análisis. ¿Por qué llueve? Una de las tantas respuestas que los niños pueden dar es: porque el cielo está triste. “Ellos formulan una hipótesis frente a eso y uno se queda maravillado. Uno debería decirle: ‘¿Cómo así? ¿El cielo llora? ¿Cómo llora?’, es entrar en ese diálogo frente a la pregunta”, dice Zea.
¿Un padre cómo hace para explicarle el proceso de lluvia a un infante? Lo más importante para la experta es generar el diálogo y que él pueda argumentar qué es lo que piensa frente a eso y después buscar experiencias que permitan estar cada vez más cerca a la verdad. Estimular el uso de la oralidad para que el niño exprese es fundamental, de lo contrario este nunca aprende a argumentar, porque está acostumbrado a que su único recurso es la pataleta. Conocer es parte de la naturaleza humana Las personas tienen esa motivación básica natural hacia las ciencias y las matemáticas, dice María Cristina García Vesga. “El niño en su primera infancia es curiosa por naturaleza, interesada por la realidad. Un niño, por lo general, todo lo que ve lo quiere tocar, mover, mirar si suena, rueda, a qué sabe, a qué huele. Esas habilidades son también básicas en la adquisición del conocimiento científico”, dice García.
Pero, ¿qué deben hacer padres y maestros frente a este interés por conocer? García aconseja estimular los intereses del niño por saber cómo es el mundo, la naturaleza, los animales y no que por el afán de protegerlo, se coaccione esa naturaleza del mayor investigador, que es un bebé.
Además de proveerle el ambiente, la consultora recomienda darle las cosas para que el niño sí pueda mirarlas, hacerlas mover de una manera sana y protegida. Según la experta, todos tenemos alguna inclinación por la música, el arte, la literatura y la matemática, pero las habilidades básicas la mayoría de las personas pueden desarrollarlas. ¿Hasta qué punto es innato o es aprendido? ¿En qué medida influye la infancia temprana en el desarrollo de la inteligencia matemática? ¿Qué parte venía genéticamente con uno? Su conclusión es que se trata de una interacción de todo. El niño preguntón
“El niño puede echar a rodar una pelotica y adquirió un conocimiento importante, las cosas redondas ruedan, pero si además le ponen un cubito para que intente hacer lo mismo y le preguntan por qué uno rueda y el otro no, el niño va a empezar a hacer conjeturas. Lo cuadrado no rueda, lo redondo sí. Cuando el niño se acerque a una planta, ayúdelo a reflexionar: la hoja es suave, por el contrario el tronco es rugoso”, recomienda María Cristina García Vesga, experta en niñez.
Aclara que lo más importante es la satisfacción del conocimiento; es decir, que elniño disfrute que está viendo cosas, que está comparando, que está aprendiendo y más allá comunique lo que aprende. Un niño avanza más cuando no solo es capaz de ver que una pelota rueda sino cuando lo dice: mira, esta bolita rueda. El conocimiento científico se aprende mediante la experiencia, pero también mediante la reflexión sobre la experiencia. García asegura que el niño preguntón es un niño que está aprendiendo y pensando mucho, así que hay que darle oportunidades para que él cada día se desarrolle más y apoyarlo en esa búsqueda del conocimiento, que es la base del pensamiento científico.
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