El niño con dificultades de alimentación - Publireportaje
- http://crianzaysalud.com.co/Dra. Yumaira Chacón
- 20 abr 2015
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El desarrollo de conductas de alimentación adecuadas y saludables en el niño depende en gran medida de la actitud de los padres en el acto de alimentar. La interacción de los mismos con el niño moldea dicha conducta.

En una primera instancia el niño es alimentado. Alimentar implica una interacción de dos: el cuidador, generalmente la madre, y el niño. Al principio esto idealmente se logra a través de la lactancia materna. Se establece una comunicación entre ambos fundada básicamente en el llanto del niño y la oportuna respuesta de la madre, quien pronto aprende a diferenciar en su hijo un llanto para cada necesidad: afecto, alimentación, sueño, defecación-micción. El niño va creando su ritmo de vigilia-sueño y de alimentación-eliminación. Con el transcurrir de los meses aparecen otros mecanismos de comunicación: sonrisas, miradas, vocalizaciones y las señales reflejas de hambre disminuyen y dan paso a las intencionales.
Entre los 4-6 meses una vez alcanzado un apropiado desarrollo del sistema gastro-intestinal y renal y logradas las competencias psicomotoras necesarias (niño que se sienta con poca ayuda, que se inclina a explorar el alimento, que abre la boca al rozarla con la cuchara y acepta el alimento empujándolo hacia atrás con la lengua para tragarlo) se da inicio a la alimentación complementaria (alimentos sólidos o líquidos distintos a la leche materna). Esto será el principio de una etapa que llevará en un futuro próximo al niño a comer (autoalimentarse sin ayuda de otro).
Los padres ejercen gran influencia sobre la conducta alimentaria de sus hijos:
- En el período prenatal, una dieta variada garantiza al feto una amplia exposición a sabores a través del líquido amniótico. Luego del nacimiento la leche materna también lo permite pues su sabor se correlaciona con la dieta de la madre. Los hijos de embarazadas que recibieron alimentación variada al igual que aquellos amamantados con madres con dieta de iguales características tienen mejor aceptación de los alimentos al iniciar alimentación complementaria.
- Los padres o cuidadores además determinan el ambiente en el que se desarrolla la alimentación, dónde y cuando ocurre.
- Los padres o cuidadores tienen también estilos peculiares de alimentar que desencadenan respuestas en el niño. Aquellos con un estilo de alimentación controlador, negligente o indulgente (ver cuadro anexo) tienen niños más vulnerables al desarrollo de dificultades de alimentación. Un estilo de alimentación responsable donde el niño es guiado, estableciendo límites de comportamiento y donde se dan respuestas adecuadas a sus señales de hambre, disminuye la posibilidad de desarrollar las mismas. Del mismo modo el alentar al niño a auto-alimentarse, en un principio con sus manos a pesar de que “ensucie las cosas” y luego con cubiertos acordes a su edad a pesar de que “no lo haga correctamente” es importante.
Las dificultades de alimentación se definen como cualquier situación que represente una interferencia negativa sobre el proceso normal de alimentación del niño. Las principales dificultades son el niño con poco apetito (hiporexia) y la selectividad a la hora de comer.
La hiporexia o poco apetito puede ser secundaria a una enfermedad orgánica, puede ocurrir en niños deprimidos o lo más común, en niños sanos muy activos, más pendientes del juego y la interacción con su entorno que del comer, quienes además no identifican claramente la sensación de hambre y saciedad. En estos casos es necesario que el niño aprenda a identificar estas sensaciones y si existe compromiso de su estado nutricional es útil suplementar calorías, vitaminas y minerales bajo la supervisión del pediatra tratante. Puede ocurrir también que los padres consideren que su hijo tiene poco apetito, por sobre-estimación de sus necesidades reales y en este caso el consejo oportuno del médico permitirá corregir dicho error de apreciación.
Para que el niño con poco apetito identifique estas sensaciones, para ti como padre, es importante seguir lo estas recomendaciones:
- Aliméntalo siempre en el mismo horario y distancia las comidas y refrigerios de 3-4 horas. Si el niño no come en el tiempo previsto, no podrá recibir ningún alimento excepto agua hasta la próxima comida
- Sírvele porciones pequeñas
- El niño debe permanecer en la mesa hasta que “la barriga de papi y mami” estén llenas aunque ya no este comiendo o no quiera comer
- Las comidas deben durar un máximo de 30 minutos
- Mantén una actitud neutral
- No utilices los alimentos como expresión de afecto
- Si el niño no se comporta bien, dale una sola advertencia, si no corrige la conducta colócalo en tiempo fuera (retira al niño de la mesa)
Otra dificultad común son los niños altamente selectivos también llamados “quisquillosos” o “melindrosos” a la hora de comer. Son niños que rechazan alimentos o grupos completos de alimentos por sus características (colores, texturas, sabores, olores). Hay que señalar que todos los niños entre los 18-24 meses de edad atraviesan una etapa conocida como “neofobia’ donde existe un temor y rechazo innato a probar nuevos alimentos que con el transcurrir del tiempo se va superando. A veces para lograr la aceptación de un nuevo alimento son necesarias hasta 10 exposiciones al mismo. Por ello es importante en el inicio de la alimentación complementaria garantizar la máxima exposición a sabores y texturas. En los niños altamente selectivos si hay un rechazo a grupos completos de alimentos es necesario suplementar con calorías, vitaminas y minerales. Ofrecer consistentemente nuevos alimentos sin presionar al niño es la clave, entendiendo que aceptarlos toma tiempo pero con paciencia se logra. También deben respetarse preferencias de alimentos dentro de un mismo grupo (por ejemplo que acepten algunos vegetales y otros no) y evitar hacer “puntos de honor” con alimentos preferidos por los padres pues esto, junto con la presión que ellos pueden ejercer a la hora de comer, suele incrementar el rechazo. En algunos de estos niños también se describe una mayor sensibilidad a la percepción gustativa de sabores amargos y ciertas texturas de alimentos, lo cual los haría más proclives a rechazarlos.
En líneas generales la prevención y manejo de las dificultades de la alimentación se basa en una conducta responsable del cuidador. Alimentar al niño respondiendo a sus necesidades reales de apetito y saciedad, responder positivamente a sus intentos de auto-alimentarse, conocer las distintas etapas y dificultades que atraviesa desde que “es alimentado” hasta que logra “comer por sí mismo” es fundamental.
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